¿Podemos entre todos rehacer este País? Entre todos, PODEMOS.


Por Luis Domenech.

Atentos a lo que se dice estos día en la prensa por parte de personas como Cebrián, Pedro Jota (que afirma que si tuviera 20 años votaría a PODEMOS), Conthé, Albiac, o Luis Arroyo (que dice que la mitad de su familia es de PODEMOS). Se avecina una buena debacle, y ya lo empiezan a entender los grandes gurús de la comunicación y PODEMOS está en el centro del  seísmo político que va a barrer a los grandes partidos del poder.

Hace poco tiempo que Carmen del Riego leyó su  maravilloso discurso  en el que le da un repasito al periodismo de hoy. Poco después Cebrián cuestiona de manera similar el rumbo que sigue el periodismo actual y su credibilidad por parte de los lectores y demás receptores de la información. todos estos formadores de opinión de los medios ya no tienen seguidores, sino mas bien detractores de sus discursos. Nadie les escucha. Gracias a ellos PODEMOS sacó mas de 1.200.000 votos, lo que le proporcionó 5 Eurodiputados. Pero la tendencia continúa, y el saco de PODEMOS se sigue llenando de desafectados, cabreados, y engañados por las contínuas prácticas corruptas de los políticos de la casta, sus incumplimientos de las promesas electorales, la perdida de derechos que no cesa, así como la de puestos de trabajo, de población (Por la inversión del cociente emigración/inmigración), por el deterioro de las Instituciones, por una justicia incapaz de encerrar a todos estos sinvergüenzas, en definitiva, por el derrumbamiento generalizado de nuestro sistema democrático. De ahí el renacimiento de los antisistema. De ahí parte el ansia generalizada de que alguien sea capaz de derribar la casa para construir otra sobre el solar de la anterior. Se quiere empezar de nuevo, dotar al País de una Nueva Constitución mas justa, que corrija todos estos desaguisados, mas participativa, mas plural, mas democrática, con mas libertad para el ciudadano, mas igualitaria, mas justa.

Todo esto es lo que quiere el pueblo, y lo quiere ya. Por eso los partidos que albergan a esta variopinta "casta" que se resiste a desaparecer, pronto acabarán desapareciendo dejando para gente nueva sus poltronas del poder. Son estas nuevas gentes, salidas del pueblo, las que limpiarán las estancias de tanta porquería como llevan acumulando desde hace décadas. Ello hará que las Instituciones se regeneren, que cojan aire en forma de nuevas iseas y proyectos, lejos de la megalomanía de tiempos anteriores y mas adecuados a las necesidades de los tiempos que corren.

No somos un País rico, pero tenemos lo suficiente para atender las necesidades de la población, siempre que no se despilfarre el dinero de nuestros impuestos en megaproyectos que solo sirven para el lucimiento y para cortar cintas.

Necesitamos personas sensatas, con ideas nuevas, honestas, eficientes y trabajadoras, que hablen idiomas, que escuchen al pueblo, que atiendan las necesidades de la ciudadanía en primer lugar, y a partir de ahí todo lo demás, que defiendan las libertades, la justicia social, que recuperen la confianza del País en sus dirigentes, que hagan que las Intituciones funcionen.

Los políticos actuales no han sido capaces de desarrollar esta labor. Los que vienen, se acercan al poder con la intención de llevar a cabo una reforma total del Estado, construir una casa nueva para todos mas habitable. Y el pueblo está por prestarles su apoyo.

Pronto lo veremos. Dice Un Espía en el Congreso:

"Gabriel Albiac (Abc), Juan Luis Cebrián (Grupo Prisa), Pedro Jota Ramírez (El Mundo), Manuel Conthe (Comisión Nacional del Mercado de Valores) o Luis Arroyo (Comunicación de Zapatero, De la Vega y Carmen Chacón) coinciden en sus análisis: dentro de 8 meses y 10 días los ciudadanos castigarán en las urnas a la “casta” PP-PSOE con tal magnitud que un nuevo régimen se abrirá paso en España. La corrupción ya es de tal calibre que se ha convertido en “sistémica” y por lo tanto hace falta un cambio de sistema. No lo dicen representantes de los nuevos partidos, tampoco es un grito desesperado desde la calle: lo argumentan desde el Hotel Ritz de Madrid o en los diarios de papel Abc, El País o El Mundo dirigentes que conocen bien la “casta” porque forman parte de ella o están muy próximos. Y sus conclusiones son rotundas: “Los dos grandes partidos van a ser barridos como en Italia” porque “se ha cerrado un ciclo engañoso en su brillo como corresponde al después de una dictadura” (Albiac); “No sé si por la casta o la caspa, pero comprendo que mi hijo y sus amigos, mi cuñada, mi suegro parado y mis amigos intelectuales se sientan más tentados por Podemos que por la izquierda amodorrada” (Arroyo); “La corrupción en nuestro país es sistémica y si no se cambia el sistema no se acabará con la corrupción” (Cebrián); “Si tuviera 20 años, estuviera sin trabajo o en mi familia hubiera visto que a los que les va mal se han quedado sin trabajo, yo votaría a Podemos” (Pedro Jota) Y por último, Conthe concluye: “La culpa la tenemos ciudadanos y lectores por informarnos gratis y no proporcionar a ningún medio ingresos. Sin independencia económica no pueda haberla de otro tipo”. Estos son sus testimonios: Cebrián dice que su grupo raya la “miseria”.
Caída del 50% de las ventas, del 70% de la facturación publicitaria “y sigue descendiendo”, bajan los lectores en papel, “todas las empresas de comunicación” casi lindan ya “con la miseria” y “los grandes imperios mediáticos” son una “ensoñación”. Los engolados invitados que escuchaban a Juan Luis Cebrián, presidente ejecutivo de PRISA, no salían de su asombro. Y salieron cariacontecidos al escucharle decir que “Podemos es la expresión de unos ciudadanos manifestada en las encuestas y en las urnas y si la tendencia sigue así tendrá un buen resultado electoral. A mí no me preocupa, porque si los antisistema se integran en el sistema, el sistema mejora y los antisistema desaparecen”.
Ante la perplejidad general, Cebrián explicó que “los de Podemos han sido los que más han sabido escuchar en ese griterío de gente que se insulta y luego se van a tomar un café juntos cuando acaba un programa de televisión y son todos amigos. Ellos transmitieron una cierta prestancia a la hora de escuchar y de exponer sus argumentos que otros miembros de las tertulias no tenían y eso les ha favorecido”. Al más ilustre portavoz del régimen no le parecía bien “lo de no pagar la deuda o la ley de medios”, pero no le sonaba tan mal “lo que dicen de la casta porque no han sido ni los primeros que lo han dicho ni los que más lo han dicho, porque de la casta estamos hablando muchos desde hace decenas de años”.
El análisis que hace Cebrián para las élites es el siguiente: “La corrupción en nuestro país es sistémica y si no se cambia el sistema no se acabará con la corrupción, aunque con la corrupción no se acaba nunca porque el mal forma parte de la naturaleza humana. Pero no nos encontramos ante una sucesión de comportamientos individuales sino ante un sistema que efectivamente, por defectos en su funcionamiento, favorece la corrupción, genera corrupción. Y esto tiene que ver con la financiación de las haciendas municipales y autonómicas, las leyes del suelo, el sistema de listas electorales, el poder de las cúpulas de los partidos, la forma de financiación de los sindicatos y los defectos de funcionamiento de la administración pública en la lucha contra el fraude. Por eso cuando se habla de luchar contra la corrupción, si no se cambia el sistema serán palabras vacías o buenas intenciones que no lograrán en ninguna forma resolver los problemas que tenemos”.
“De esta ausencia de funcionamiento institucional no solo no se libran los medios sino que también participan con su corrupción a su falta de respuesta a las necesidades de la sociedad. Los periodistas presumimos de estar fuera de palacio, de ser un contrapoder, los vigilantes del poder. Pero esto no es exactamente así, aunque nos duela reconocerlo. El periodismo moderno, desde su fundación hace 200 años, forma parte del sistema institucional del poder y de hecho la prensa era el cuarto estamento en la revolución francesa. Por tanto, cuando el sistema se ve afectado por la globalización financiera, del conocimiento y de la información, es obvio que el edificio de los medios de comunicación tenía que verse afectado. La pregunta es si tienen un futuro los periódicos, no el periodismo, y sobre todo como se va a vertebrar la opinión pública en las democracias. Se suponía que los periódicos trataban de contar a los ciudadanos lo que pasaba, pero ahora los ciudadanos cuentan lo que les pasa sin necesidad de ese tipo de intermediaciones” señala Cebrián.
Su conclusión es demoledora: “No funciona bien ninguna de las instituciones que emanaron de la Constitución del 78: la Monarquía (“padece una crisis notable después de haber permanecido casi en la anomia o en la marginalidad de las críticas de la opinión pública”); los partidos políticos (“desafección hacia el sistema mismo de partidos y su ley electoral”), el estado de las autonomías (”disgregación, autonomía fiscal e incluso independencia”), los tribunales (el presidente del Constitucional estaba obligado a dimitir por simple decencia profesional cuando se descubrió que estaba afiliado a un partido, la desorganización de los sistemas procedimentales de la justicia o el Tribunal de Cuentas, centro de nepotismo y corrupción, cuyo presidente tampoco dimite”… Y así todo.
Esto mismo lleva a otros periodista del régimen, como Pedro J. Ramírez, a advertir a los viejos partidos que se muevan o sucumbirán: “Haría modificaciones que devolvieran su contenido a los derechos de participación. Si alguien cree que la sociedad va a consentir que las cosas sigan como hasta ahora, no ha entendido nada… Lo nuevo tendrá referencias liberales, moderadas, reformistas o tendrá referencias revolucionarias, rupturistas, intervencionistas… Si tuviera 20 años, estuviera sin trabajo, no tuviera perspectivas laborales y en mi familia hubiera visto que a los que les va mal se han quedado sin trabajo, yo votaría a Podemos”.
Luis Arroyo, alto cargo de Comunicación con Zapatero, De la Vega y Carmen Chacón, también confiesa que “Me ha salido un hijo de Podemos” y reconoce que “Entiendo a mi hijo, cómo no. En este momento tan angustioso para millones, y para él y sus amigos que ven tan poco claro su futuro, le seduce más ese juvenil tono pandillero de Podemos que el ambiente oscuro y envejecido de los plenarios, las maderas nobles y los dorados y los discursos baldíos y repetitivos con lenguaje de cartón piedra. No sé si por esa apelación a la lucha contra la casta, o más bien a la lucha contra la caspa, pero comprendo que mi hijo y sus amigos, y, por cierto, también mi cuñada y mi suegro parado y mis amigos intelectuales de la izquierda, se sientan más tentados por Podemos que por los partidos tradicionales de la izquierda amodorrada. Los votantes y simpatizantes de Podemos son nuestros hijos y nuestros hermanos. Como mínimo nuestros primos. Los mismos con los que compartimos manifestaciones, luchas y principios morales esenciales. Si fuéramos peces, nos juntaríamos en el mismo banco, y si mañana hubiera que salir a protestar, nos sentiríamos cómodos en la misma plaza”.

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