Ni nos hundiremos, ni saldremos tocados. ¡De esta salimos!
Por Luis Domenech
Agosto 24. 22:20 PM
Hoy el Huffington Post publica un artículo firmado por Margarita Lázaro bajo el titular de "Tocados y casi hundidos: los españoles no están preparados para otro confinamiento". Será porque la abundancia y la libertad nos tiene muy mal acostumbrados. ¡Yo no estoy de acuerdo con ese titular!
Tocados por el coronavirus si, algunos, y es así por culpa de otros que no han seguido las normas de higiene, protección y distancia de obligado cumplimiento. ¡Hundidos no! Ni con casi, ni sin el, ni aunque lo digan los mas reputados especialistas de la mente o el cuerpo. Pero vayamos por partes.
Lo que nos está pasando no es la primera vez que ocurre. No es la primera vez que toda una sociedad se tiene que enclaustrar por causas graves que son ajenas a su voluntad.
En 1936 desde el 20 de Julio en que se rebeló la guarnición del cuartel de Simancas con 600 soldados al mando del Coronel Antonio Pinilla, cuartel que tras la guerra y su reconstrucción se convirtió en un colegio gestionado por los Jesuitas, colegio en el que yo estudié de niño. Gijón, la ciudad en que residía la mayor parte de mi familia materna, tras caer el cuartel tras una serie de ataques por parte de los milicianos republicanos, sufrió el sitio de las fuerzas nacionales hasta que fue liberado en Octubre de 1937. 16 meses de asedio, en el que los gijoneses pasaron miedo y hambre, incluso en la familia de mi madre a pesar de que tenían posibles. Pero en aquella época los únicos que tenían de todo eran los "estraperlistas" y los gerifaltes republicanos. Mi madre con los abuelos y mis tíos vivían en las "Casas de Don Constantino", en los Jardines de Begoña, y muy cerca del Cuartel de Simancas, a mitad de camino entre la Bahía del puerto y el citado cuartel, por lo que jamás se le olvidó el silbido de las balas de los cañones del destructor republicano Almirante Cervera que les sobrevolaban cuando disparaba sus cañones contra el reducto rebelde para rendir a su guarnición, lo que consiguieron el 21 de Agosto de ese año, un mes y un día después. Esto es historia. Eso si es confinamiento, y eso si es miedo a ser barrido por una bala, que no por un virus. Mi madre tuvo la suerte de pasar el sitio junto a su familia, y contaba que se lo pasaron muy bien, pues eran jóvenes, se apoyaban entre ellos y se divertían en sus casas pues en la calle se corrían riesgos -no había tele, ni consolas, alguno tenía radio, pero se ponía baja para escuchar el parte- eso era todo lo que había, pero siempre pensando que ya nada podía ser peor, y que todo lo que tenían por delante era un prometedor futuro, como así fue. Si lo superaron.
Ahora volvemos a 2020 para valorar la crisis actual que otra vez nos tiene confinados, si bien por otra causa diferente, pero no menos dañina. Al menos para las personas. Nuestra resistencia pende de la de los demás. Como entonces. Aguantaremos el tirón si todos lo aguantan. Como entonces. Y si lo logramos, pues muchos caerán como en la guerra del 36, unos por las balas, hoy por el virus, y otros por la inanición, hoy por el daño económico que ahoga a las familias por no poder ganarse la vida, pues lo volveremos a superar al igual que en aquel entonces.
Ahora yo me pregunto: ¿Y si mis padres pudieron soportarlo y salir de esa, yo no voy a poder? Vamos, ¡solo faltaría! A mi me gusta socializar como al que mas, pero me fastidio porque no quiero acabar en un hospital intubado y pasándolas de a quince. Yo si estoy preparado para otro confinamiento, porque se que el virus está ahí, lo soportaré, pues siempre será mejor que pillar el bicho ¡Que remedio me queda...!
La humanidad ha llegado hasta el segundo decenio del siglo XXI D.C. sin tanta necesidad de juerga, que es mas propia de los tiempos que van de los años 70 hasta hoy. Nunca hasta entonces se había vivido con tanta abundancia y tanta libertad. Los años de la abundancia, del ¡disfrútalo hoy que mañana quien sabe...!, puede que se estén acabando. Ante un mañana que está en el aire, pues como todo se vaya al carajo por la irresponsabilidad de una generación que no sabe y no quiere estar a la altura de las circunstancias, las consecuencias las van a sufrir ellos, que tienen toda una vida por delante y que son los que tiene que apañar su futuro, les va a resultar muy duro vivirla si el daño económico causado por la pandemia es irrecuperable. Mejor es que se vayan haciendo a la idea de lo que tienen por delante y se preparen para ello.
Y ahora este es el momento de dedicar un reproche especial para Miguel Bose y sus militones conspiranoicos. Canta bien porque para cantar no es necesario pensar, sino saberse la letra. Para hablar hay que pensar en lo que se dice, y en esto no está entrenado el artista por falta de uso. El y sus militones le están haciendo un flaco favor a este país. Al Sr. Bose habría que coserle la mascarilla a esa bocaza suya. Puede creer en todas las teorías conspiranoicas posibles que quiera, pero con la mascarilla puesta, guardando la distancia de seguridad, lavándose las manos y con la boquita cerrada. No soliviante a los que tienen una cabeza que, como la suya, solo les vale para presumir, si es que pueden presumir de algo. Si no se quiere vacunar, que no lo haga, pero no condicione a sus borregos para que le sigan hacia ese lugar que no les lleva a ninguna parte.
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