Geología urbana: turismo sostenible para ver nuestra ciudad de otra forma
José Manuel García Aguilar, Universidad de Málaga
Solemos asociar el disfrute de la geología a extenuantes jornadas de campo en parajes exóticos y alejados, o a la visita a museos. Nos maravillamos al contemplar las formaciones espeleológicas del interior de una cueva, un paisaje de montaña cautivador o la presencia de un fósil extraño sobre una roca. Además, asociamos esta disciplina a tópicos como los dinosaurios, el petróleo y las piedras preciosas.
No obstante, en nuestra ciudad, en nuestra propia calle, e incluso dentro de nuestra propia casa, hay materiales que ofrecen detalles de fenómenos geológicos que nos suelen pasar desapercibidos. Observarlos e interpretarlos no es sencillo para los no iniciados, pero con un poco de ayuda se pueden convertir en descubrimientos fascinantes.
Desde hace años, ciudades españolas y de otros países ofrecen itinerarios donde, a través de rutas guiadas por especialistas –o mediante carteles, paneles o códigos BIDI–, podemos observar rocas, minerales, fósiles, afloramientos y paisajes. Todo esto sin abandonar el entorno urbano.
Las ventajas de estas propuestas son innegables. Sin necesidad de efectuar grandes desplazamientos ni invertir mucho tiempo, podemos disfrutar de una mirada original y formativa sobre nuestro lugar de residencia.
En cualquier ciudad hay solerías, fachadas, revestimientos, miradores, atalayas, edificios y monumentos histórico-artísticos que admiten una mirada geológica. Estos elementos urbanos, bajo una guía adecuada, permiten apreciar una amplia variedad de materiales geológicos y de formas del paisaje que esconden historias del tiempo apasionantes y, por ello, actividades originales.
Por todo ello, la geología urbana ofrece nuevas posibilidades culturales, turísticas y educativas.
Un ejemplo de actividades sobre geología urbana lo tenemos en la ciudad de Málaga. Desde hace seis años se llevan a cabo en su centro histórico rutas guiadas para grupos de entre veinte y treinta personas, organizadas por la plataforma divulgativa Encuentros con la Ciencia.
En estas visitas se muestran un amplio catálogo de rocas, minerales y fósiles que nos suelen pasar desapercibidos en las paredes de los edificios, las fachadas de los monumentos y las propias solerías de sus calles.
Junto a los materiales que componen el entramado urbano de Málaga, se muestran afloramientos naturales de rocas, correspondientes al sustrato geológico de la ciudad. También observaciones a vista de pájaro desde determinados puntos, en los que se aprecian relieves montañosos, valles fluviales y perfiles costeros. Su interpretación geológica permite reconstruir la evolución de los paisajes pretéritos.
El hilo conductor de la actividad parte de la observación de las marcas y detalles encriptados en fachadas y suelos, donde se aprecian minerales y fósiles. Al mostrarlos se incita a los asistentes a desarrollar su capacidad de observación de cara a descubrir otros elementos similares a lo largo de la ruta.
También se muestran y definen los principales tipos de rocas, entre ellas mármoles, calizas, areniscas y granitos. Para cada una de ellas se ofrecen explicaciones sobre su origen y sus características. Todo esto proporciona una nueva mirada a los principales monumentos de la ciudad como son su Catedral, la Alcazaba árabe, el Teatro Romano y el Castillo de Gibralfaro.
Durante la visita, también se aprecian afloramientos de esquistos y pizarras paleozoicas, y se explica su génesis y rasgos petrológicos. La ruta finaliza con una interpretación del paisaje circundante a Málaga desde un mirador situado cerca de Gibralfaro, donde se descubren fenómenos geomorfológicos y las principales unidades geológicas regionales.
En otras ciudades españolas como Madrid, Valladolid, Huelva, Oviedo, Bilbao y Granada también se llevan a cabo propuestas similares.
El ejemplo de Antequera
Para ilustrar el potencial geológico, complementario a la divulgación histórico-artística de un entorno urbano, se ofrecen algunas imágenes de la ciudad de Antequera (Málaga).
Esta localidad, enclavada en el centro de Andalucía, cuenta con una población cercana a los 40 000 habitantes y atesora un extraordinario legado cultural, en el que destaca la rica imaginería barroca de sus iglesias.
Sus edificios históricos y nobiliarios exponen en sus fachadas, a modo de museo urbano, un catálogo variado de rocas. Destacan las calizas rojas de edad Dogger (período Jurásico medio, hace entre 175,6 y 161,2 millones de años), que evidencian ambientes oceánicos profundos. También areniscas calcáreas bioclásticas de edad Tortoniense (Mioceno superior, entre 11,6 y 7,2 millones de años), propias de ambientes de plataforma más superficiales.
En estas últimas, sedimentarias, aparecen numerosos fósiles de invertebrados marinos fáciles de observar, como ammonites y belemnites para las rocas jurásicas; o bivalvos y corales para las miocenas.
Además, las fachadas y solerías de Antequera muestran rocas ígneas y metamórficas, donde se pueden apreciar texturas y minerales. Junto a ello, la ciudad dispone de miradores espectaculares que permiten contemplar toda una serie de fenómenos geomorfológicos, ligados a los relieves y paisajes regionales, como la Peña de los Enamorados, la espectacular Sierra del Torcal y la Vega de Antequera.
Finalmente, el entorno urbano de la ciudad cuenta también con excelentes afloramientos de rocas del Triásico, con calizas dolomíticas y arcillas granates y verdes. Estas, junto a las areniscas tortonienses, fueron usadas en los edificios como piedra de cantería.
La geología urbana de Antequera ofrece un atractivo indudable en sí misma. Por ello, permite complementar culturalmente la variada oferta artística, histórica y gastronómica de esta bella ciudad, de cara a la promoción de un turismo sostenible y de calidad.
José Manuel García Aguilar, Profesor Colaborador, Áreas de Paleontología y Estratigrafía, Universidad de Málaga
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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