Como la complejidad arruinó el mundo

Por Concoda / Mar 1, 2021

Traducido por L. Domenech

Desde Donald Trump hasta GameStop, ¿cómo se ve más allá de un sistema que cuenta con una complejidad infinita?

Es la Revolución Egipcia en 2011, y el ingeniero de Facebook Wael Goenhim acaba de crear su infame página de Facebook "Todos somos Khaled Saidis" para protestar contra la creciente brutalidad policial y la corrupción financiera dentro del gobierno egipcio. De repente, pocas horas después de la publicación, miles de ciudadanos se reúnen en la Plaza de la Liberación para exigir la renuncia del presidente Mubarak. Él accede y se retira, huyendo a Sharm El-Sheikh, y la gente experimenta una rara victoria.

Mientras tanto, el mundo miraba con asombro, pero aún no se había dado cuenta de que la derrota de Mubarak estaba a punto de cambiar el mundo. La forma en que Goenhim logró crear un poderoso movimiento liderado por ciudadanos, simplemente escribiendo algunas palabras en una computadora y haciendo clic en enviar, transformó la forma en que protestamos en la era moderna, no solo contra los regímenes corruptos, sino contra cualquier forma de tiranía social o política que percibimos como injusta. Y dado que las plataformas de redes sociales habían comenzado a comerse el mundo digital, este nuevo estilo moderno de protesta se extendió como la pólvora.

Dos meses después, en el mundo occidental, el movimiento Occupy descendió sobre Wall Street para oponerse a la vasta red de corrupción entre los megabancos y el gobierno de Estados Unidos. El grupo se formó porque los políticos y los banqueros centrales habían rescatado a las élites bancarias en lugar de encarcelarlas porque el colapso de los bancos amenazaba con desestabilizar el sistema. Y para echar más sal en la herida, dejaron que los contribuyentes pagaran la cuenta.

Los manifestantes ocuparon Wall Street durante días, pero no pasó nada. No lograron separar a las grandes finanzas y al estado, que todavía afecta a la sociedad hoy, solo que de una manera mucho mayor. Quedó claro que nadie en la protesta poseía ningún poder o el catalizador definitivo para impulsar a la población estadounidense a perseguir una revolución financiera. Tampoco entendieron que la Reserva Federal y Washington D.C. eran las verdaderas fuentes de la corrupción, no los bancos. Si bien la mayoría se quedó fuera de Wall Street, algunos hicieron el movimiento correcto, marchando hacia el edificio del Senado, sin embargo, tampoco lograron nada.

A pesar de la renuncia de Mubarak y las protestas de Occupy, el sistema prevaleció y ambos movimientos no lograron ninguno de sus objetivos a largo plazo. El sucesor de Mubarak se volvió igualmente corrupto, y el vínculo criminal entre Wall Street y el estado se ha mantenido más fuerte que nunca, como descubrieron los estadounidenses durante el COVID-19. Pero fracasaron, no porque sus ideas fueran malas o mal pensadas. Sus objetivos eran lógicos, racionales y justos. En cambio, habían sucumbido a un nuevo enemigo invisible, un nuevo fenómeno que llegaría a dominar el mundo moderno: la complejidad insondable.

Desde entonces hasta ahora, fuerzas complejas han oscurecido tanto la realidad que ahora es imposible comprenderla. Los algoritmos de las redes sociales han creado cámaras de eco mientras alimentan a los usuarios con un suministro constante de desinformación y desinformación. El gran gobierno ha hecho imposible para las élites administrar el sistema e identificar sus fallas, y mucho menos mejorarlo. Pero lo que lo empeoró fue que algunas élites se dieron cuenta de que podían convertir la complejidad del sistema en un arma y usarlo tanto para ganar como para mantener el poder.

La primera élite en utilizar esta nueva arma psicológica fue el subjefe de personal de Putin, Vladislav Surkov. Utilizando su experiencia en las artes, convirtió las relaciones públicas en un "teatro en constante cambio de forma" para crear un estado de confusión perpetua en la sociedad rusa. Para hacer esto, Surkov respaldó a los grupos activistas radicales en ambos lados del espectro político, desde los neonazis hasta los grupos antifascistas, por lo que sería imposible distinguir a los enemigos y aliados de Putin. Se volvió impracticable para los movimientos antigubernamentales instigar una revolución porque no estaba claro contra quién estaban luchando. ¿Quiénes eran sus enemigos y quiénes eran sus amigos?

La estrategia de Surkov se volvió tan efectiva que los enemigos de Putin no solo no lograron formar una razón válida para rebelarse contra su régimen, sino que Surkov pudo anunciar al resto del mundo que eso era lo que estaba haciendo, sin provocar ninguna reacción. Se convirtió en un genio malvado en la mente de muchas élites en todo el mundo al asegurar el reinado de Putin mediante la gestión de la percepción teatral.

Pero en lugar de condenar las acciones de Surkov, las élites del mundo occidental se unieron y comenzaron a usar sus métodos para preservar su poder y riqueza cada vez mayores. Una élite que supo ceder este nuevo poder fue Donald J. Trump. Aunque muchos lo percibieron como un idiota, se dio cuenta, antes que nadie, de cómo asumir el poder a través de la complejidad. Se postuló para presidente bajo el supuesto de que los políticos no tenían idea de lo que estaban haciendo, y aunque no presentó el mejor plan para Estados Unidos, solo señaló que su oposición no tenía ni idea de cómo funcionaba el mundo real y esto era suficiente para ganar. Trump se convirtió en la persona más poderosa del mundo, y todo se redujo a la complejidad armada.

Sin embargo, dado que no estaba en el mejor interés de nadie, le correspondía al cineasta Adam Curtis cubrir cómo Trump se convirtió en presidente en su innovador documental HyperNormalization. En él, Curtis también dio una breve historia de la URSS en la década de 1980, que describe de manera inquietante la realidad del siglo XXI: “La Unión Soviética se convirtió en una sociedad donde todos sabían que lo que decían sus líderes no era real porque podían ver con sus propios ojos que la economía se estaba desmoronando. Pero todos tenían que seguir el juego y fingir que era real porque nadie podía imaginar ninguna alternativa ". Como lo describe un escritor ruso de ciencia ficción en el documental de Curtis, nuestro mundo se ha vuelto "hipernormal".

Y mientras persista esta hipernormalidad, cada intento de revolución fallará, ya que ningún individuo o grupo tiene la capacidad de mejorar o ver más allá, ni siquiera una máquina, y si el iRobot de Isaac Asimov es algo por lo que pasar, eso no terminará bien. . Para hacer frente a esto, hemos simplificado demasiado el mundo creando una serie de conjeturas, siendo la más poderosa el "Estado profundo". Excepto que el estado profundo no existe. En cambio, es simplemente un mecanismo de afrontamiento para lidiar con la gran cantidad de injusticias que crea el sistema en función de nuestras opiniones políticas.

El 6 de enero de 2021, los partidarios de Trump y los miembros de QAnon irrumpieron en el edificio del Capitolio de los Estados Unidos, pero ¿cuál era su objetivo? ¿Contra quién se rebelaron? Una vez más, el golpe fracasó y el sistema prevaleció porque los manifestantes (o los alborotadores según su punto de vista) no tenían idea de contra quién estaban realmente luchando o qué hacer si, por algún milagro, asumían el poder, lo que, para algunos, reforzó la noción de que existe un estado profundo.

En lugar de una revolución, un cambio de régimen o un golpe, de vez en cuando, somos testigos de pequeños episodios de inestabilidad y luego el sistema se recupera. El último drama de "stock de memes" fue el último temblor. Esta minicrisis mostró que millones de inversores privados esperaban una oportunidad para luchar contra las élites financieras.

La "versión Reddit de Occupy" se formó para acabar con Wall Street al llevar a la quiebra a los fondos de cobertura mediante "gamma short squeezes": jerga para la compra excesiva de opciones de compra que obligan a los vendedores en corto a abandonar sus posiciones. Sin embargo, también se convirtieron en víctimas de la complejidad armada. Olvidaron que los principales accionistas de las acciones que estaban bombeando también eran fondos de cobertura y que todo el bombo y la publicidad impulsarían más ganancias para la mayoría de los defensores de Wall Street: los corredores, los fondos indexados, las bolsas, los medios financieros, los corredores, y los principales inversores: la mayoría de los "trajeados".

Pero a pesar de que esto no representa una amenaza real, la posibilidad de que pudiera desestabilizar el sistema hizo que sus administradores entraran en acción a través de (lo que los usuarios de WallStreetBets llamaban) censura. Los funcionarios del gobierno notificaron al presidente Biden de la situación, Discord prohibió el canal de WSB y Robinhood deshabilitó el comercio de acciones de memes como AMC y GameStop.

El fiasco de WSB Reddit mostró que partes del sistema siguen siendo explotables, pero en su conjunto, el sistema se ha vuelto impenetrable. Esto significa que el futuro es ahora tan impredecible, oscuro e incierto que nadie, ninguna élite, político o líder intelectual puede crear un plan viable para el futuro. Incluso aquellos que ayudaron a crear el sistema o han heredado la responsabilidad han perdido el control de sus fundamentos. Todo lo que sabemos es que el sistema continuará doblando y mutando la realidad.

La derrota de Trump en las elecciones de 2020 ilustra esto. Incluso alguien que hubiera dominado el arte de la complejidad armada podría sucumbir a ella. Como una lucha en la cumbre de Alien vs. Predator, como la trama de la película Triangle, como el movimiento browniano, el sistema siguió reorganizándose, tomando nuevas formas complejas.

Ahora que Trump se ha convertido en la última víctima del sistema en constante cambio de forma, está a punto de transformarse una vez más. El manto le ha pasado a Joe Biden, el nuevo líder del mundo libre, quien sin duda tendrá que someterse a la insondable complejidad de esta extraña nueva realidad, una que todos sus predecesores no lograron comprender, y mucho menos controlar.

El artículo original se puede leer en Concoda

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