¿Es bueno para Europa tener su Euro digital?


Por Luis Domenech / Abril 8, 2021

  • Lo primero de todo es conocer las diferencias que hay entre una moneda digital y un medio de pago. 
  • No es lo mismo pagar con dinero electrónico  que pagar con tarjeta, o con la app de cualquier banco, y dejo fuera el pago en efectivo. 
  • La aparición del dinero digital es el hecho mas innovador y disruptivo habido en la economía desde la aparición del papel moneda.

Hasta ahora los estados no habían puesto en circulación monedas digitales. El euro, por ejemplo, no es una moneda digital, como tampoco lo es el dolar, ni cualquiera de las otras monedas circulantes. Si se quiere hacer pagos electrónicos con euros o dólares, hay que recurrir a medios de pago proporcionados por los bancos y las entidades privadas,  como son las transferencias bancarias, Paypal, Bizum, Apple Pay, Google Pay, o las tarjetas Visa o Martercard de débito o de crédito, u otras como American Exprés.

Con una moneda digital, simplemente pagas electrónicamente con esa moneda, sin tener que recurrir obligatoriamente a algún sistema de pagos, o a alguna intermediación de una entidad privada que hace negocios con esas transacciones.

La gran ventaja que tendría para los ciudadanos europeos el disponer de un euro digital  es que se eliminaría la dependencia de estos de los bancos privados, teniendo los Bancos Centrales la gran ventaja de un mayor control sobre cada transacción, y la posibilidad de reemplazar al dólar en las transacciones internacionales, reduciendo así el control que hoy tiene la FED y el Bank of América sobre esta importante información y el control de la situación financiera global que proporcionan los datos.


¿Y el Bitcoin y el resto de criptomonedas? 

También son monedas digitales, pero la gran diferencia es que  estas no están controladas por los estados ni por nadie, sino que siguen sus propias reglas, que son las leyes dictadas por el sistema criptográfico de cada una de ellas.

Teniendo bitcoins,  estos se pueden usar para pagar a cualquiera, bien sea una empresa o una persona  que los admita; para el caso, cualquiera que tenga una dirección bitcoin con saldo, y para pagar o transferir dinero, no se necesita recurrir a ninguna entidad privada. Uno puede tener su dinero digital en su propia billetera privada (wallet) y usar este directamente desde ahí. No se necesita recurrir a empresas intermediarias como Coinbase u otras para poder llevar a cabo estas tareas, por lo que su uso podría deberse mas a una conveniencia que a una necesidad. Para poder hacer lo mismo con el euro, hay que disponer de una cuenta corriente en algún banco necesariamente. Sin esta, no se puede recibir el ingreso del salario ni la pensión, ni domiciliar recibos, ni pagar con tarjeta física o virtual, etc.


Usar el yuan digital, como lo sería el Euro o el Dólar digital en el momento en que estos existan, sería para el usuario como usar Bitcoin, solo que usando euros, dólares o yuanes en lugar de bitcoins (no habría que pasar de euros a bitcoins).

Para los bancos centrales emisores, supondría tener a la vista todas las transacciones, en lugar de que cada banco privado tenga sus propios registros, y solo haga llegar a los bancos centrales la parte de la información y que estos les exigen, reservándose el resto.


Y sí, esta información es poder. 

Solo por esta razón, disponer de un euro digital sería un gran avance, porque siempre será mejor depender del estado (que en teoría es de todos) que de los bancos privados, que siempre se quedan con los beneficios de las transacciones, que son su negocio; pero los bancos siempre socializan sus pérdidas cuando les vienen mal dadas, por lo que siempre acabamos pagándolas nosotros con el dinero de nuestros impuestos.


Lo que espero que no haga Europa es prohíbir el uso de Bitcoin, como lamentablemente se ha hecho en China. Que los ciudadanos podamos seguir usando criptomonedas que no estén controladas por los Bancos Centrales es fundamental, por si se da el caso de que el comportamiento del estado sea demasiado disfunciona o negligente, pues así tendremos una buena salida si el sistema falla, como falló en Argentina o en Chipre, cuando los Bancos centrales bloquearon los depósitos y permitieron la creación de corralitos que estrangularon los movimientos del dinero y la economía.


Este movimiento de China hacia la digitalización de su moneda, le plantea un problema bien gordo a los EE UU, por la posibilidad de que el yuan digital acabe reemplazando en parte al dólar en las transacciones internacionales, algo que ya les pasó cuando se creó el euro.

Dado que en la actualidad hay muchos países latinoamericanos y algunos africanos que tienen su moneda ligada al dólar, habrá que ver si en el futuro algunos de estos países lleguen a pensar que deban ligar su moneda al yuan, dado el auge del comercio que estos países tienen con China frente a la reducción del comercio con los EE UU. Este cambio podría beneficiar a estos países en las condiciones del intercambio y a China en el control de los intercambios comerciales y los flujos financieros, poniendo en peligro la hegemonía y el liderazgo de los EE UU sobre el comercio mundial, al ser este el país que actualmente controla el sistema  de transferencias SWIFT.


¿Que pasa entonces con los prestamos y las hipotecas?

Por un lado, está la moneda que uses (euros en España) para pagar y cobrar, por el otro, el capital que esté invertido en diversos sitios, préstamos incluidos, y cuyo valor, medido en euros, suele ser variable. Nada que objetar a que los bancos (y otras empresas que no son bancos) sigan dando préstamos, o invirtiendo en otras cosas, como puedan ser las acciones u otro tipo de activos financieros.


En estos casos, se pueden dar dos tipos de situaciones:

– Los que usan una determinada cantidad de dinero para sus gastos cotidianos. Por ejemplo, un asalariado cobra su nómina y a lo largo del mes la gasta íntegra. Con una moneda digital, esa persona (o empresa) puede estar cobrando y pagando electrónicamente, por lo que dispone del mismo servicio, pero  sin depender de ningún banco.

– Los que  tienen un capital disponible para invertir. Por ejemplo, un asalariado que no gasta todo su salario mensual, sino que ahorra una parte y la guarda. Ese capital puede invertirlo de distintas maneras, como comprando oro, bitcoins, acciones, o poniendo su ahorro en un plan de pensiones gestionado por un banco o cualquier otra entidad financiera. Hay que tener en cuenta que para invertir, hasta ahora los bancos nunca han sido necesarios, aunque sí se usen con frecuencia sus servicios para estos mismos fines, al menos en estos tiempos y con esta cultura financiera.

Es bien cierto que para los euros del primer caso (los gastos mensuales) los bancos también los prestan, pero esos euros son una ínfima porción del capital invertido, y si dejasen de prestarse no habría apenas diferencia en el capital invertido. A fin de mes, esos euros son casi cero, y sin embargo no estamos teniendo una crisis económica cada fin de mes.

Más aún, el hecho de que se permita a los bancos el prestar esos euros es cuestionable. Pero esto es práctica común en todos los países del planeta, y es una amenaza sobre la liquidez de particulares y empresas. Si el banco quebrara, nos dejaría temporalmente sin esos euros de nuestra cuenta corriente y no podríamos cumplir con nuestros compromisos.

Esto es lo que pasó en el crash financiero del 2008 causado por la debacle de Lehman Brothers; los 4 bancos islandeses quebraron, y el estado tuvo que crear de un día para otro otros 4 bancos públicos que ocuparan el lugar de los privados quebrados y que tuvieron que hacerse cargo de sus oficinas y de las cuentas corrientes de sus clientes, para que las personas y empresas de Islandia pudieran seguir operando  y los clientes pudieran disponer del dinero de sus cuentas.


Hoy por hoy los bancos no son imprescindibles para el capitalismo, pues son sustituibles. Pero no por esto los bancos van a dejar de existir, no será porque exista una moneda digital. Puede ser que incluso tengamos esas monedas digitales depositadas en un banco privado, si ello supone alguna ventaja para nosotros. Además, mientras la ley no cambie, el banco incluso va a poder seguir prestando esos euros de las cuentas corrientes. No cabe duda alguna, que a raíz de lo expuesto, los bancos serán otra cosa en el futuro, y su futuro dependerá de lo útiles que sean los servicios prestados por estos para sus clientes. Los bancos también deberán transformarse y adaptarse a las nuevas necesidades.


¿Debemos entonces confiar en las criptomonedas?

Como nos explica Enrique Dans en su artículo “China: el futuro del dinero y los grados de libertad”, Las stablecoins, o monedas digitales vinculadas a un activo o una cesta de activos concretos, son vistas por muchos como el paso previo a las criptomonedas: con control aún completamente centralizado, ejercido por un regulador que puede ser un banco central o algún otro tipo de entidad, ofrecen una comprensión mayor de la evolución a los usuarios, que siguen viendo tras ellas el mismo tipo de respaldo que tenían las -monedas- de papel. Que ese respaldo, en realidad, sea más frágil y arbitrario, sobre todo en tiempos post-pandémicos, que el de una criptomoneda que únicamente emite una cantidad fija de unidades en función de su algoritmo regulador, supone como tal, un salto de fe que a muchos les cuesta plantearse: pasar a confiar en la matemática en lugar de hacerlo en una autoridad centralizada con capacidad para manipular el valor de una moneda es, como tal, una propuesta de valor que aún escapa al entendimiento de muchos. 


Fuentes: Enrique Dans, Krigan

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