Racionalizando el transporte y sus emisiones
Por Enrique Dans / Abril 11, 2021
El legislativo francés tomó ayer sábado la decisión, pendiente aún de aprobación parlamentaria, de prohibir los viajes cortos en avión, con el fin de reducir la huella de carbono del transporte de viajeros.
La medida supone que desaparecerán todos aquellos vuelos a destinos que puedan alcanzarse en menos de dos horas y media en ferrocarril, en una decisión que supone una intervención importante sobre el mercado del transporte, pero que, en aquellos países que cuenten con una infraestructura razonablemente moderna de ferrocarriles, tiene todo el sentido y toda la lógica del mundo, como el propio mercado de pasajeros llevaba bastante tiempo demostrando.
En España, la gran mayoría de las ciudades conectadas por trenes de alta velocidad en menos de dos horas han visto, desde el momento de la inauguración del trazado, una caída enorme del funcionamiento de sus aeropuertos para trayectos domésticos: el tren requiere tiempos de espera muy inferiores para los pasajeros, sus estaciones están, por razones obvias, mucho más cerca del centro de las ciudades que los correspondientes aeropuertos, y sobre, todo, el nivel de emisiones producidas por su actividad es sensiblemente inferior.
De acuerdo con cifras de la Agencia Medioambiental Europea, el tren es responsable de la emisión de 14 gramos de dióxido de carbono por pasajero y milla frente a los 285 gramos que requiere transportar a ese mismo pasajero en avión, y los 158 gramos que supondría ese desplazamiento en un vehículo con motor de combustión interna. En función del trayecto, el ahorro en emisiones puede llegar a situarse en un 90%.
El programa medioambiental francés aspira a reducir las emisiones de dióxido de carbono del país en un 40% en el año 2030 frente a los niveles de 1990, lo que precisa de este tipo de medidas. Si bien muchos detractores de la medida afirmaban que el momento para ese tipo de decisiones no debía ser tras una pandemia que ha llevado a las aerolíneas a incurrir en importantes pérdidas, es interesante reseñar que el gobierno del país aprobó también hace unos días ayudas estatales de de 4,700 millones de euros para la recapitalización de su aerolínea de bandera, Air France, y se especulaba desde hace ya casi un año que esas ayudas estarían supeditadas a la aceptación de un plan para la reducción de los vuelos domésticos.
Otros países, como Noruega, tienen planes ambiciosos de cara a la reducción de las emisiones del transporte aéreo, que en su caso sitúan su objetivo en la electrificación de todos los vuelos domésticos a partir del año 2040, lo que supondría un recorte de las emisiones de un 80% con respecto a los niveles de 2020.
La racionalización de las emisiones del transporte es uno de los principales retos que afrontamos de cara a la necesaria reducción de las emisiones en el planeta. De hecho, la medida original propuesta perseguía la eliminación de esas rutas de transporte aéreo a destinos a los que se pudiese llegar en tren en menos de cuatro horas, lo que habría supuesto una reducción de la actividad de vuelos domésticos mucho mayor en un país de las dimensiones de Francia.
Estoy seguro que pronto veremos medidas similares en otros países.
El artículo original se puede leer en el Blog de Enrique Dans
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