Desescalada y vuelta atrás
Por Enrique Dans / Junio 2, 2021
Mi columna en Invertia de esta semana se titula «Empresas sin mandos intermedios» (pdf), y trata, una vez más, de contraponer las compañías empeñadas en no aprovechar la oportunidad de la pandemia para hacer cambios en su forma de trabajar, frente a aquellas que se plantean entender los cambios en el contexto para buscar modelos organizacionales más adecuados.
El progresivo avance de las campañas de vacunación y la evidencia de que las vacunas, como se esperaba, ofrecen una protección prácticamente total ante el virus, está provocando que muchas compañías se planteen ya la desescalada. Ahora bien: ¿debe la desescalada significar una vuelta atrás, una regresión a marzo de 2020 que ignore el aprendizaje adquirido durante la pandemia?
En ese sentido, me gustó especialmente el artículo de Brian Elliott en Harvard Business Review, «It’s time to free the middle manager«, en el que afirma que la pandemia nos está permitiendo comprobar como, a medida que las fuerzas de trabajo se vuelven más distribuidas y más asíncronas, el papel tradicional de los mandos intermedios, el de supervisar el desempeño individual de aquellos que tenían a su mando, se vuelve cada vez más innecesario y redundante. El resultado de esos cambios hacia una cultura de trabajo distribuido, es que muchas organizaciones van a aplanarse, al tiempo que se vuelven sensiblemente más productivas.
La lógica es aplastante: el uso de la tecnología como forma de mejorar la eficiencia de la coordinación. Una organización que trabaja en modo distribuido, independientemente de que algunos o todos de sus trabajadores puedan acudir a una localización física determinada con una relativa frecuencia, obliga al desarrollo de medios y rutinas de coordinación que posibilitan un management más eficaz, que no tiene que centrarse tanto en la vigilancia y el micromanagement, y sí en tratar de coordinar talento.
Este enfoque va a requerir, sin duda, menos desplazamientos. El co-fundador y CEO de Airbnb, Brian Chesky, lo ha dejado muy claro, a pesar de que su interés obvio sería lo contrario: los viajes de negocios nunca volverán a ser lo que eran antes de la pandemia. Muchas personas que estaban prácticamente obligadas a vivir en un avión han podido comprobar durante muchos meses que, en realidad, la coordinación y supervisión que llevaban a cabo como parte de sus responsabilidades pueden hacerse perfectamente en modo distribuido y a través de herramientas de coordinación síncronas y asíncronas. Posiblemente esto no conlleve la eliminación de esos viajes, pero sí reducciones muy significativas en su frecuencia.
Al tiempo, viviremos una crisis de talento: muchos analistas en el mercado norteamericano prevén que millones de trabajadores cambien de compañía tras el final de la pandemia. Por un lado, muchas de las compañías en las que trabajaban se empeñan en obligarles a llevar a cabo una vuelta a la oficina forzosa que muchos ya no están dispuestos a hacer y que les hace sentirse quemados ante una cultura corporativa que consideran absurda. Por otro, surgen nuevos tipos de compañía que se han creado durante la pandemia o que han sabido adaptarse bien al trabajo distribuido, que están perfectamente dispuestas a incorporar trabajadores en ese formato, y a incorporar talento sin preocuparse demasiado, salvo en ocasiones por razones operativas de horario, de en qué parte del mundo están. Ese tipo de factores puede que tarden más en tener lugar en mercados de trabajo de otros países más sometidos a tensiones de oferta y demanda, pero más tarde o más temprano, aparecerán.
El tiempo no para, y su paso lo cambia todo, sobre todo cuando vivimos cambios de contexto tan relevantes como los que hemos vivido. Los que interpreten la desescalada como simplemente una vuelta atrás en el tiempo, terminarán por tener problemas.
This article was also published in English on Forbes, «The pandemic has changed the business environment: there’s no going back«
El artículo original se puede leer en el blog de Enrique Dans
Comentarios