Google, las cookies y el desprecio al usuario

Por Enrique Dans / Junio 24, 2021

Google toma la decisión de posponer el bloqueo de las cookies de tercera parte en su ecosistema publicitario casi dos años, hasta finales del 2023, con el fin de permitir que la industria de la publicidad segmentada pueda adaptarse al cambio, y deja claras sus prioridades, quienes son sus verdaderos clientes ante los que responde, y quiénes somos simple materia prima con la que comercia.

No es por supuesto nada nuevo, no es ninguna revelación, pero sigue siendo algo que molesta comprobar de manera tan fehaciente: para Google, los usuarios somos simplemente un recurso a explotar, al que no hay que preguntar nada. Si el uso – y sobre todo, el abuso – de cookies de tercera parte nos resulta especialmente molesto y nos hace sentir que nos movemos por la web en situación de permanente vigilancia, a Google no le importa lo más mínimo. Si nuestra incomodidad lleva a otras compañías, como Apple, Mozilla Foundation, Brave y muchas más, a reaccionar y bloquear esas cookies de tercera parte en sus navegadores, o incluso termina por hacer reaccionar a las autoridades europeas y de otros países para que se intente poner freno a un ecosistema en el que desde sus inicios se había creado un entorno de tipo «vale todo», a Google, simplemente, le trae sin cuidado.

De hecho, le trae tan sin cuidado, que no tiene ningún problema en anunciar de manera completamente unilateral que pospone la medida que podría coto al uso de esas cookies de tercera parte casi dos años, porque supuestamente, no hacerlo provocaría problemas a las compañías que las utilizan. Google, por favor, seamos serios: conocemos perfectamente el ecosistema publicitario, y lo único que estás haciendo extendiendo la fecha de retirada de las cookies de tercera parte es posibilitando que esas compañías las sigan utilizando e-xac-ta-men-te igual que como lo hacían hasta ahora, sin prepararse en absoluto para ningún cambio. Simplemente, porque son así. Mientras no surja algo importante que los obligue a cambiar, no cambiarán en absoluto. Ese algo con capacidad de cambiar las cosas podría ser Google, pero ha declinado hacerlo. Ha decidido darles dos años más, sin tener en cuenta para nada los intereses de los usuarios.

¿Qué debería ocurrir si hubiese sentido común en el mundo, y si los usuarios contasen con la adecuada formación e información, cosa que obviamente no ocurre? Que este anuncio le costase a Google, como mínimo, su liderazgo en navegadores. Que ante el anuncio, tuviese lugar un abandono masivo de Chrome, ya oficialmente el peor navegador, con millones de usuarios pasándose a otros navegadores más respetuosos con su privacidad. Se ha dicho ya por activa y por pasiva en muchos artículos: cualquier otra opción es mejor que Chrome. Pero después del anuncio de Google y del patético desprecio a sus usuarios que lleva implícito, el porqué es mucho más evidente.

La posición en la que Google está en este momento es únicamente responsabilidad suya: si retira las cookies de tercera parte, daña los intereses de otras compañías de publicidad digital, incrementa su dominio de ese mercado, y se hace mucho más vulnerable a denuncias e investigaciones de las autoridades antimonopolio de todo el mundo. Si no las retira, se convierte en el malo que no protege los intereses de sus usuarios y que se niega a respetar su privacidad. Ante esa tesitura, ¿qué decide Google? Optar por seguir atacando los intereses de los usuarios, la parte más débil, y confiar en que eso no generará ningún tipo de reacción salvo entre los más militantes, una minoría escasamente representativa.

Abandona Chrome. Por cualquier otra opción, la que más te guste, pero abandona Chrome. Es la única manera de que Google entienda que eres algo más que un simple producto que vender.


ACTUALIZACIÓN (25/06/2021): El País / Cinco Días cita este artículo en el suyo titulado «Google retrasa dos años la eliminación de las cookies de seguimiento» (pdf).


This article was also published in English on Forbes, «Google has gone too far: it’s time to teach it a lesson«

El artículo original se puede leer en el Blog de Enrique Dans

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