BREXIT: Las consecuencias de una segregación
Por Luis Domenech / Oct 3, 2021
Para entender el BREXIT, hay antes que comprender la manera de ser de los Británicos. En todo el mundo es conocido que los británicos son muy suyos; son los reyes del Keep the left, los amos de la conducción por la izquierda. ¿De donde les viene? Hay una explicación.
Cuando no había coches, sino coches de caballos, se circulaba por el lado izquierdo de la calzada, dado que el cochero cogía las riendas del tiro con la mano izquierda y el látigo para fustigar a los caballos con la derecha. De esta manera se evitaba que el látigo alcanzara a los viandantes si se circulaba por la derecha. Es una razón que forjó una tradición.
Fue Napoleón quien decretó que se circulara por la derecha con los carruajes, algo que si afectó a la mayor parte de Europa, pero que no afectó a los ingleses por no haber sido conquistados. Cuando salieron los primeros coches ambas tradiciones ya estaba muy arraigadas y se mantuvieron, la de conducir por la izquierda en Gran Bretaña, y por la derecha en el resto de Europa. Pero fueron los EE UU y Europa, que eran los mayores fabricantes de automóviles,los que decidieron que los coches circularan por la derecha, y decidieron situar el volante a la izquierda.
Algo parecido pasó con el sistema de medidas. Napoleón se empeñó en obligarnos a adoptar el sistema métrico decimal porque es mas sencillo dividir por 10 que no por 12. Para nosotros el agua se congela a 0ºC y hierve a 100ºC, sim embargo para un inglés o un americano el agua se congela a 32ºF y hierve a 212ºF. Pues será mas fácil, pero para ellos es mejor conservar sus sistema. No tienen kilos, tienen libras; no tienen litros, tienen galones. Aún no han encontrado las razones para converger con la gran mayoría del mundo, que gracias a Napoleón tenemos y usamos este sistema métrico.
Yo creo que con esta manera de ver las cosas, y por el peso que para ellos tiene la tradición, es fácil de convencer a todo un pueblo de que son diferentes, e incluso mejores que el resto de Europa, no en vano han sido imperio hasta bien entrado el Siglo XX, durante el cual, llegaron a tener dominio sobre 35.000.000 de Km2, y soberanía sobre 458.000.000 de personas, que era una cuarta parte de la población mundial de aquel entonces. Eran la primera potencia mundial y gobernaban la mayor parte del mundo.
Quizás por ello les costaba tanto entender el por que de las leyes y normas que les venían de los órganos de gobierno europeo, y por eso las cuestionaban e incluso rechazaban. No les gustó la moneda única, el Euro, y no la aceptaron ni la quisieron adoptar como suya. La libra esterlina es sagrada para el pueblo británico porque es mejor y mas fuerte, además de ser una cesión de soberanía económica inaceptable para el pueblo. La Unión Europea lo aceptó, como aceptó las numerosas exclusiones que los británicos lograron imponer en sus negociaciones de adhesión
Los británicos no aceptaban de buena gana las cesiones de soberanía que se les pedía desde la Union Europea. Eso de adaptar sus leyes al cuerpo legal de la UE, les parecía la peor de las cesiones. Son nuestras leyes, no las de la UE, decían. Cooperar si, adaptar nuestras leyes a las vuestras no. Esto generó múltiples tensiones a lo largo de los años de convivencia.
Excepto la libre circulación de capitales, nunca aceptaron los Británicos tres de las cuatro libertades básicas que imponía Europa, a saber: la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas en toda la UE.
Pero un buen día, hizo su entrada en la política nacional y europea un experto reventador de países llamado Nigel Farage, conservador, el euroescéptico por antonomasia líder del UKIP, que se propuso sacar a Gran Bretaña de la Union Europea. De carácter populista, listo, y muy buen orador, consiguió polarizar al país de tal manera, que pensó que el mejor modo de saber si los británicos querían salir y quedarse en Europa era preguntándoselo. El creía que la mayoría querría irse, y acertó. Por poco, pero acertó.
Cuando se les hizo a los británicos la gran pregunta, estos no sabían cuales podrían ser las consecuencias de abandonar la UE. Creo que Nigel Farage y los que defendían el BREXIT, mas bien le mintieron al pueblo, se callaron lo que sabían que les iba a perjudicar, y a la vez les vendieron toda una serie de cantos de sirena de lo bien que iban a vivir estando libres del control de la UE. No se les dijo que por culpa del BREXIT llegaría un día en que no habría gasolina para los coches en los depósitos de las gasolineras. No querían la libertad de servicios en toda la UE, pero el transporte de mercancías es un servicio. No quieren la libre circulación de las personas, pero los camioneros son personas, ¿Como es que ahora buscan los camioneros que no tienen para que conduzcan sus camiones?
Tampoco les dijeron que llegaría un día en que las estanterías de los supermercados las encontrarían vacías, porque no llegaban ni las frutas y naranjas de España, ni los pollos, ni el pescado. Pero todas estas cosas son bienes que están protegidos en toda Europa para su libre circulación. Hoy Gran Bretaña ya no es Europa y los camioneros ya no se sienten bajo esa protección. El día llegó, y hoy ya sufren las consecuencias de lo que votaron.
Les molestaba, por lo menos a sus gobernantes, que se pudiera entrar en Gran Bretaña con tanta facilidad, les gustaba tener una frontera con aduaneros en las garitas. Nunca pensaron de que se quedarían sin camioneros, de que les fallaría la cadena de suministro. Ahora ya lo saben.
Pues a pesar de que ya lo saben, no quieren dar marcha atrás. Me parece bien. Que usen los portaaviones para transportar sus mercancías a sus puertos y las cisternas militares para abastecer sus gasolineras.
Esto es lo que está pasando en Gran Bretaña como consecuencia de una votación para segregarse de un territorio. Quizás viendo como se remojan las barbas del vecino, los pueblos de España que buscan la segregación del Estado, piensen si esa separación es buena para el sus ciudadanos, o le están haciendo el caldo gordo a unas élites que pretenden controlar a todo un pueblo. Cataluña tiene su Nigel Farage, se llama Carles Puigdemont. Euskadi tiene el suyo, se llama Arnaldo Otegui. Ambos están en el proceso de arrastrar sus respectivos pueblos hacia una segregación que no les va a traer mas que desgracias. Es de esperar que la razón, el sentido común, y las malas experiencias ajenas reconduzcan estas fuerzas disgregadoras hacia un destino común con los demás pueblos de España y de Europa.
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