El metaverso y… ¿The Matrix?
Octubre 25, 2021. No es más que una imagen mental interesante, pero me ha resultado muy provocativo un artículo de Jeff Kagan, «What is the Facebook metaverse? Think of The Matrix movie«, en el que compara ese metaverso del que tanto se está hablando últimamente a raíz del interés de Facebook por su desarrollo, con los pods llenos de un líquido viscoso en la película The Matrix, en los que se mantenía a los humanos para que generasen electricidad mientras se proyectaban imágenes directamente mediante un cable a su cerebro de una vida simulada.
La idea de comparar a una persona con un visor de realidad virtual sobre sus ojos con los pods de The Matrix puede resultar un tanto tremendista, pero si pensamos en las características de la compañía que lo está proponiendo y de su fundador y CEO, Mark Zuckerberg, puede resultar bastante interesante: después de todo, hablamos de una persona claramente carente de todo principio moral, que se ha empeñado en todo momento en intentar maximizar el tiempo y el nivel de interacción de los usuarios en sus plataformas hasta el punto de generarles, en muchos casos, auténticos problemas problemas psicológicos documentados – no hay más que ver el documental «The Social Dilemma« para saber de qué tipo de efectos estamos hablando – y de una compañía que está dispuesta incluso a cambiar su nombre, en una auténtica huída hacia adelante, para tratar de que los problemas derivados de sus irresponsables acciones se olviden. A la hora de elegir entre el crecimiento de su compañía y el bienestar de sus usuarios, Mark Zuckerberg lo ha tenido siempre brutalmente claro.
El paralelismo, por tanto, es incluso sugerente: personas capturadas por la interactividad de la simulación electrónica que una compañía les proyecta a escasos centímetros de los ojos, que resulta completamente inmersiva, y que les posibilita disfrutar de una realidad paralela que, posiblemente en algunos casos, pueda resultarles más atractiva que su vida real. Si ahora mismo ya tenemos abundantes casos de personas que muestran patrones de consumo relativamente obsesivos en el uso de redes como Facebook o como Instagram, ¿qué podríamos esperar de un metaverso construido por la misma compañía y, presumiblemente, con los mismos principios que le proporcionaron lo que ellos – y sus bolsillos – perciben como un impresionante éxito? ¿Y qué pensar de un modelo publicitario como el de Facebook aplicado a un entorno como el metaverso?¿Quién desconecta del metaverso a alguien que se encuentra mucho más feliz en él que en su vida real, aparte de la necesidad de comer? ¿Recordamos aquellas historias de terror de hace años sobre personas enganchadas a juegos online que terminaban muriendo tras maratonianas sesiones sin comer ni dormir? Lo único que tenemos que imaginarnos inmediatamente después es a Facebook pidiendo disculpas por enésima vez y diciendo que introducirá recordatorios periódicos en su entorno para que los usuarios lo utilicen con más prudencia…
En algunas de las entrevistas recientes que he tenido con medios sobre el tema del metaverso lo he comentado: una de las cuestiones que tenemos que pensar acerca de este tipo de entornos es cómo crearlos con la responsabilidad adecuada, porque dadas sus características de inmersividad y de aislamiento del entorno, hay que tratarlos con cierta precaución. Y si hablamos de control, de prudencia y de preocupación por los posibles efectos secundarios o potencialmente perjudiciales de una actividad, decididamente, no estamos hablando de algo que Facebook pueda, sepa o quiera hacer. Una compañía llena de contradicciones, que la que de ninguna manera nos podemos fiar a la hora de desarrollar un entorno así, por mucho que tecnológicamente sea capaz de hacerlo y que esté dispuesta a invertir mucho dinero – ya comenzó a invertirlo hace bastantes años con la adquisición de Oculus VR – y a contratar a muchas personas.
No, simplemente no es una compañía de la que nos podamos fiar en algo tan delicado como eso, por mucho que se cambie de nombre. El metaverso supone un desarrollo atractivo, interesante y tentador para muchos: es un universo alternativo capaz de engañar completamente a nuestros sentidos para hacernos creer que estamos inmersos en él. Añade un nuevo logotipo, una compañía enorme con una capacidad de marketing brutal y un nivel de irresponsabilidad como el que todos hemos visto durante los últimos años, y algunos terminarán con sus visores de realidad virtual encajados sin remedio durante horas y horas, y adquiriendo sistemas de nutrición parenteral domésticos para no tener que parar para comer. O sea, como en Matrix.
El artículo original se puede leer en el Blog de Enrique Dans
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