Cuando la sensatez forme parte del ser humano, no nos opondremos tan férreamente a los cambios de movilidad

Luisondome

Vehículos de car sharing en Madrid

El miedo a lo nuevo, a lo diferente, es lo que propicia nuestra resistencia al cambio y nos impide avanzar.


Diciembre 27, 2021. La revolución tecnológica que el mundo está teniendo, no para de inducir cambios a todos los niveles en la vida de las gentes. Nada se libra de la necesidad de estos cambios. Nadie se libra de esta necesidad. Pasa con las personas, pasa con las industrias, pasa con las naciones, pasa con el planeta. La cuestión es como enfrenta cada uno de estos elementos la necesidad del cambio. 


Por definición, el cambio es algo que produce un incómodo sarpullido a los que viven acomodados en el Status Quo. La resistencia a los cambios es algo que está profundamente arraigado en una gran parte de nuestras sociedades. Frases como "si algo funciona bien, no lo toques" forman parte de nuestro software, y hacen que le demos la espalda a posibles cambios hacia nuevas formas que nos pueden facilitar la vida.


El aumento de la preocupación por el cambio climático y el calentamiento global, así como el desarrollo que está teniendo la pandemia por Covid-19 que parece querer convertirse en el "nuevo cuento de nunca acabar",  han servido de catalizadores para que los cambios provocados por el desarrollo tecnológico adquieran un fuerte impulso. 


Ante esta situación, y como les ocurre a las personas, las empresas e instituciones responden a esta necesidad de manera diversa. Unas se acoplan rápidamente a esta corriente de cambio, pues saben que las mejores oportunidades de futuro están detrás de incorporar los cambios necesarios para que estas realicen sus tareas en las mejores y mas competitivas condiciones. Otras sin embargo se muestran reticentes a promover los cambios necesarios para adaptarse a los nuevos tiempos.


Entre las empresas que están mostrando mas resistencia al cambio, están las del sector del transporte y la movilidad, y sobre todas ellas, los fabricantes de automóviles. Cuando TESLA, la empresa de Elon Musk, comenzó a vender coches en el mercado, el sentido común nos anunciaba que estaba cerca una nueva era para el automóvil, y que la tradicional industria fabricante de los coches de combustión tenía los días contados. Había muchas razones para pensar así.


Liberar a la movilidad de la contaminación por el abandono de los combustibles fósiles, es la primera y mas potente de las razones. La segunda es que la sustitución de los motores de combustión por motores eléctricos haría posible la generación de múltiples ahorros, como en el mantenimiento de los vehículos por ejemplo, y el ahorro en materias primas.


El desarrollo de la conducción autónoma, el despliegue del la tecnología 5G y la sensorización de las vías de comunicación harían posible la aparición de un nuevo paradigma en la movilidad, en la que el coche en propiedad fuera una cosa del pasado, al ser este sustituido por un vehículo de servicio que nos transportara a donde necesitáramos en el momento e que lo necesitemos, lo que a su vez generaría nuevos ahorros, y liberaría a las vías de comunicación de una gran parte del tráfico que hoy en día soportan.


Enrique Dans  acierta de pleno cuando afirma que "una industria que siempre se ha preocupado por lo que había bajo el capó, por la cilindrada, por la compresión y por cuestiones relacionadas, cuando el motor se convirtió en algo extremadamente simple y fiable, sin mantenimiento y que se situaba simplemente en el eje del vehículo, sin problemas de transmisión adicionales, la industria perdió el norte". 


Una industria que en vez de evolucionar girando en redondo hacia el vehículo eléctrico, como dice Dans, solo "introdujo la electrónica simplemente para poder ofrecer otras prestaciones que consideraba completamente secundarias, «extras» por los que cobrar un poco más, pero en productos donde lo importante seguía siendo lo de siempre: un motor de muchos cilindros o de muchos centímetros cúbicos con una aceleración o una velocidad punta muy elevadas. Si para ello hacía falta envenenar a medio mundo con aditivos en la gasolina, no importaba". Y así les va.


Hoy en día la industria del automóvil está pasando por un mal momento por la falta de chips de los que carecen y que nadie quiere fabricar por obsoletos, sobre todo cuando les sobran clientes que les demandan chips de última generación y mayor valor añadido, mientras ellos se ven obligados a parar sus cadenas de montaje, asumiendo pérdidas millonarias. pero hay además otras razones para el cambio.


La resistencia de los consumidores a dar el paso en la compra de un vehículo eléctrico es la otra pata que también cojea. Quizás es por que los potenciales conductores desconocen que la eficiencia por ejemplo de los motores eléctricos es del 90%, mientras que la de los motores de combustión está entre el 12 y el 30%, en parte debido al calor que produce la quema de combustibles, y en parte debido al rozamiento que  se produce entre las piezas que componen el motor, mas teniendo en cuenta que la media de piezas de un motor de combustión está en unas 4000, mientras que las de un motor eléctrico, dependiendo del sistema de refrigeración puede llegar a tener unas 200 piezas, con lo que el mantenimiento de estos motores es mucho menor. Cada día que pase hay menos razones para comprar un coche de combustión, ni siquiera un híbrido, que no deja de ser un "to be or not to be". 


Puede que ensarte esta resistencia sea debida al mayor precio que aún tienen este tipo de vehículos. No le vamos a echar toda la culpa a los fabricantes de la escasa implementación que está teniendo el coche eléctrico en España y en el mundo. En este punto, hay también diferencias en función el país al que se mire. Los países nórdicos están a la cabeza de este cambio, ya que están invirtiendo enormes sumas de dinero para desarrollar las infraestructuras que permiten la expansión de la movilidad sostenible, y en subvencionar la compra de estos vehículos.


China es otro de los países que lidera este tipo de movilidad y que está transformando las infraestructuras del país sensorizando estas y creando puntos de recarga, para adaptarlo a los vehículos eléctricos y a la conducción autónoma, un sector que pretende continuar liderando, y no solo con el 5G que ya lidera, sino manteniendo el primer puesto como fabricante mundial de automóviles eléctricos.


España ocupa una excelente posición con el despliegue de las redes 5G, pero está muy rezagada en el desarrollo de los vehículos eléctricos. Hace unos días que se perdió una oportunidad de oro para que la automotriz china GVM se hiciera con la planta barcelonesa de NISSAN una vez retirada esta ante la dificultad de poder alcanzar la cifra de producción de 300.000 vehículos año prevista por ellos en la citada factoría.


España necesita imperiosamente una decidida apuesta por la transición rápida hacia el vehículo eléctrico. Somos el noveno país del mundo en la fabricación de automóviles, el segundo de la Unión Europea tras Alemania, pero no tenemos marcas nacionales. Nuestras fabricas dependen de marcas cuyos consejos de administración residen en otros países, por lo que solo aportándoles ventajas que inclinen la balanza de la decisión a nuestro favor, hará posible que las cadenas de montaje estén en nuestro país. 


Una posibilidades de las que podría constituirse en ventaja, sería un rápido desarrollo del mercado del vehículo eléctrico, y ahí si que tiene el gobierno mucho que decir, facilitando la transición mediante la subvención para la compra del vehículo eléctrico para sustituir el de combustión, facilitando el despliegue de las electrolineras por la vasta red de autopistas y carreteras del país, rebajando la imposición del vehículo eléctrico y aumentando la del vehículo de combustión, y facilitando las políticas de movilidad sostenible a través de la implantación Car Sharing eléctrico, y de las empresas que presten servicios de movilidad y uso compartido. 


Madrid es una vez mas la que se pone a la vanguardia en estos cambios. Hoy es la única ciudad de España que cuenta con este tipo de empresas de movilidad, en total cuatro: Emov, Car2Go, City y Wible. Es la ciudad que nos está mostrando las bondades del coche compartido.


Cada una de estas cuatro compañías, viene de la mano de una de las grandes corporaciones. Car2Go es filial de Grupo Daimler, y se encuentra en un proceso de union con Drive Now, la compañía de car sharing de BMW. Emov es una compañía que está participada por el Grupo PSA (Peugeot, Opel y Citroën), mientras que City está participada por Renault y Ferrovial, y por ultimo Wible tiene como Partners a la surcoreana KIA y a la petrolera REPSOL.


Bien es verdad que son las grandes áreas metropolitanas las que primero aspiran a disponer de estos servicios, pero no por ello zonas menos pobladas pero igual de necesitadas, se deben de quedar fuera de esta posibilidad. Esta es una necesidad en la que deben de intervenir con especial fuerza los gobiernos autonómicos en España, para tratar de compensar las desventajas que la falta de masa crítica poblacional suficiente, puedan lastrar las posibilidades de que estas empresas llegaran a Galicia por ejemplo, que es mi tierra. 


Yo que tenía dos coches en casa, ya me deshice de uno, y me desharía del otro si pudiera usar el car sharing para mi movilidad. Lo haría sin dudarlo, incluso ofreciendo mi plaza de garaje en el edificio para el depósito de un coche de estas empresas a cambio de descuentos y ventajas en el uso de los vehículos. Durante años los coches de la empresa en que trabajaba los guardaba en mi plaza. Veo la utilidad que mi plaza me puede brindar aún sin disponer de coche propio, si la cediera como depósito de car sharing. Una idea que quizás llegue a una de estas empresas de car sharing y me permita abaratar el servicio. Mi plaza de garaje está disponible para ellos.


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