El Negocio de la música en directo está mudando la piel

 Luisondome



El crecimiento de la afluencia del público español a los diversos festivales de música que se celebran durante todo el año, pero especialmente en los meses de verano, –alrededor de 3,5 millones de personas acuden a uno cada año– ha llamado la atención de los grandes inversores, muchos de los cuales han abandonado sus inversiones en otros sectores ante la alta rentabilidad de este tipo de eventos en directo, y han empezado a invertir en el sector grandes cantidades de dinero. El reclamo es que en España se celebran alrededor de 1.000 eventos en directo, que atraen a un buen número de visitantes internacionales, en su mayoría británicos.


Mapa de la concentración de Festivales en España


España es uno de los países mas visitados del mundo. En 2019 recibió mas de 83 millones de personas. Los turistas extranjeros que llegan a España durante la temporada de verano, no solo vienen por nuestro buen tiempo, nuestra cultura y nuestra gastronomía, también vienen para acudir a alguno de los festivales de música nacionales, y en ellos se gastan una media de 430 euros, según el Anuario de la Música en Vivo. Unas cifras nada desdeñables, teniendo en cuenta que en muchos de los casos el alojamiento está incluido -en un camping- dentro de la propia entrada al recinto del festival.


¿De dónde obtienen las empresas organizadoras de festivales de música su millonaria facturación? 


La venta de entradas es el ingreso más evidente en este negocio. Este importe es muy variable, dependiendo del tipo de evento, pero el coste medio por entrada se sitúa alrededor de los 90 euros. Según Ticketmaster, durante el año pasado se incrementó en un 116% el número de turistas extranjeros que asisten a festivales y macroconciertos en España. Un dato relevante es el de la subida en el precio de los abonos en los últimos años, con un incremento medio del 8,3%.


Pero además de la venta de entradas, los festivales de música obtienen grandes beneficios de otras actividades, como la venta de bebidas y comida, el patrocinio de las marcas que quieran promocionarse entre los asistentes, las acuerdos con empresas que montan un camping para los espectadores, o las que prestan servicios de autobuses que conectan el recinto del festival con el centro de la localidad donde se organice, y con las localidades próximas, etc.


Según la Asociación de Promotores Musicales (APM), en el año 2021, el sector ingresó 157 millones de euros con casi 1.000 festivales de música organizados en España, son cifras que están lejos de los 382,5 millones de euros ingresados en 2019, lo que que supuso un 55% menos que en ese año y tan solo una mejora del 13% respecto el año en el que comenzaba la pandemia, 2020. 



Los excesos de la publicidad en los festivales


Otra de las grandes fuentes de ingreso para los promotores de los festivales, son los ingresos por publicidad. Los  festivales de verano tienen en el marketing uno de sus principales pilares. En este sentido, muchas marcas comerciales conocidas han sabido aprovechar el filón y publicitar sus productos en festivales o utilizar la simulación de contextos festivaleros en sus anuncios.


Pero los asistentes a los festivales se quejan del excesivo peso de la publicidad en estos. Cuando los festivaleros más militantes critican el exceso de publicidad en los recintos, se le suele responder que esas campañas son imprescindibles para mantener bajos los precios de las entradas, pero la realidad es que estos ingresos les sirven para engordar los beneficios que obtienen.


La sobredosis publicitaria en nuestros festivales es de tal calibre que no solo preocupa a los puristas, sino también a los ejecutivos de agencias, que consideran que entre tanta saturación de logotipos su inversión pierde fuerza, creando un efecto de saturación y rechazo en el consumidor potencial. “Estoy de acuerdo. Hace unos pocos años, era sencillo relacionar a un festival o incluso un equipo de fútbol con su patrocinador principal. Ahora son tantas las campañas se introducen en el entramado publicitario, que resulta muy complicado para una marca destacar entre todas.


Supongo que a los directivos les cuesta resistir la tentación de un nuevo patrocinador que llega con un cheque, pero también es innegable que el aumento de presencia corporativa no ha servido para controlar los precios de las entradas”, admite. “Quizá los directores de festivales deberían ser más honestos en su discurso y explicar que el lucro es la motivación central de su actividad”, ironiza.


¿Cual es el impacto económico de los festivales en la economía?


El impacto económico total estimado en nuestro país alcanza los 5.600 millones de euros, concentrando Cataluña en 44%. Solo los diez principales festivales tienen un impacto que supera los 400 millones de euros. 


¿Cuál es el presupuesto medio de un festival en España? 


El presupuesto medio para montar un festival en España está en torno a los 640.000 euros. 


¿Cuántos espectadores mueven al año? 


Este año se cuenta con superar la cifra de 6 millones de asistentes a los Festivales. 


¿Qué volumen de empleo suelen generar? 


Varía mucho en función de la importancia del festival, de su duración, pues los hay que duran un solo día ha varios días; depende también  del numero de escenarios del festival, pero se puede decir que se crean una media de 130 puestos directos y unos 230 indirectos. 


¿Cuál es el peso tienen patrocinios y subvenciones? 


Varía mucho en función del peso y la categoría del festival, pero puede estar en torno a un 11% para el patrocinio por parte de empresas e instituciones, y un 7 % para las subvenciones con dinero procedente de los presupuestos de las administraciones públicas. 


Los informes de impacto económico, muchas veces sirven para orientar a los ayuntamientos a la hora de decidir la cuantía de las subvenciones que les otorgan. Festivales como el Primavera Sound, Sónar y Festival Internacional de Benicàssim cuentan con un cincuenta por ciento de público extranjero. Una parte de esa clientela foránea recurre a paquetes turísticos que se compran en el país de origen; otros realizan parte de su consumo a través de empresas de Silicon Valley (Uber, Cabify, Airbnb), además de que la promotora del festival (pongamos Live Nation) puede ser una marca extranjera (Benicàssim pasó por manos británicas y fondos estadounidenses han comprado porciones importantes de Sónar y Primavera Sound). 


¿Cuánto dinero se suele dejar un festivalero en su festival favorito? 


Depende también del festival, de los servicios que este preste, y de la duración del mismo. En los mas grandes, los asistentes se pueden dejar una media de unos 100 euros por día, o 500 euros de media por festival al que  asiste.


¿Cuánto dinero realmente se queda en España por cada festival? 


Hay demasiadas variables para poder calcular una cifra, pues no hay nadie que pueda medir con exactitud el dinero que se dejan los extranjeros pues hay de todo, aunque hay algunas estimaciones sobre la media. Bien es cierto que parte del presupuesto se queda en la ciudad organizadora. Siempre hay derivadas interesantes para la economía local, especialmente para la hostelería, los hoteles y las tiendas locales. Por otra parte los festivaleros de fuera causan un ‘efecto llamada’ que sirve de reclamo para que el público local y los que proceden de otras localidades  se sientan atraídos y acudan al festival. Es el caso  del Primavera Sound.


¿Y que pasa con los músicos?


Otros de los afectados por este cuello de botella de festivales están siendo los propios artistas. A la saturación de eventos de este estilo, se suma ahora una situación que ya era inestable de por sí, con dinámicas tóxicas como los largos y pesados viajes de una punta a otra del territorio para poder tocar en 2 festivales diferentes, en un mismo fin de semana. 


Por otra parte, los organizadores de los festivales están centrando sus esfuerzos y su presupuesto en la contratación de grandes artistas, para garantizarse así un gran número de asistentes, y fortalecer el patrocinio de su festival por parte de empresas y las subvenciones por parte de instituciones públicas.


La necesidad de agotar entradas se traduce en ofertas fastuosas para grupos consolidados por un lado  y en cheques de supervivencia de 500 € para los grupos emergentes, a los que se les trata como guarnición o relleno por el otro lado. Contratar a los nombres más potentes y a los grupos que están de moda en cada temporada es una gesta que tiene su impronta entre los patrocinadores, y que les influye a la hora de repartir el presupuesto de posibles patrocinios para la temporada siguiente. Las diferencias son abismales y muy injustas a la hora de repartir este presupuesto entre los artistas.


No es viable que un festival de relumbrón, que le está pagando a lo mejor 3 millones de euros a un cabeza de cartel, quiera pagar a los grupos de relleno 500 €, ponga un camerino súper chungo y programe para tocar a las 5 de la tarde cuando nadie escucha, con un sol de justicia.


¿Y que pasa con los trabajadores?


La precarización de su situación laboral ha generado que este año se produzcan accidentes como el ocurrido en junio durante las labores de montaje del escenario del festival O Son do Camiño (Santiago de Compostela), que dejaba 3 ingresados en el hospital, uno de ellos en la UCI. 


Al deterioro de las condiciones laborales que ya venían sufriendo desde antes de la pandemia, se suman cuestiones como la escasez de materiales por el aumento significativo del número de eventos que se ha producido este año. 


Por otra parte, la concentración de los festivales especialmente en los meses de Junio, y Agosto, y especialmente en Julio ha tenido como consecuencia el que que no haya personal técnico para poder contratar, no haya equipos de sonido de suficiente calidad para cubrir la demanda, teniendo que echar mano de equipos viejos o de dudosa calidad, que no haya material físico suficiente como cables o micrófonos, o que incluso no haya transporte para mover los materiales y el personal. 


La cutrez entonces asoma en los escenarios por el horizonte, lo que desprestigia el festival y todo lo que en torno a el se mueve, poniendo en riesgo además la seguridad de instalaciones y público, como se ha visto este año, con los problemas habidos en Son do Camino en Santiago de Compostela, o en el Medusa Festival de Cullera, con un muerto y 40 heridos, por citar solo dos. 


Muchos otros han sido cancelados por diversos motivos, como el FanFan Festival de Madrid, o  el Festival Diversity de Valencia, cancelado por sus organizadores por no poder garantizar la seguridad de sus instalaciones, o el Madrid Puro Reggaeton Festival, con 40.000 entradas vendidas, que era cancelado 24 horas antes de dar comienzo después de que la Comunidad de Madrid argumentara que la documentación presentada por el evento no reunía los requisitos necesarios en materia de seguridad o el Benás Festival de Huelva, el Reggaeton Beach, que han corrido la misma suerte. 


Estas cancelaciones parecen ser ya síntomas de una burbuja que se habría formado en el sector de la música en directo en España, y que vendría motivada por la imposibilidad de haber celebrado festivales en 2020 y 2021, según escribe Ramón Armero en Business Insider.


Es cierto que hay un problema grave de precariedad en el sector. Resulta fácil de justificar, porque la parte central de la actividad económica de un festival ocurre en unos pocos días del año. Esta precariedad se está cimentando sobre la pérdida de dinero por parte de los promotores de festivales. Si en eventos en los  se presupone que deberían entrar 30.000 personas, finalmente solo han entrado 10.000, no se han cubierto los gastos para nada. Entonces lo de contratar los camareros en otro país como Portugal a los que se les paga con salarios mas bajos, mientras que al mismo tiempo se reciben subvenciones de tu autonomía o del ayuntamiento, es difícilmente defendible.


¿Y Cual es el futuro del sector?




En el corto plazo, el sector parece estar en la antesala de una burbuja que en cualquier momento puede estallar, lo que obligará a su recomposición hacia un nuevo equilibrio. España no tiene capacidad para absorber tanta oferta festivalera, y tan concentrada en prácticamente dos meses del año. Muchos de los festivales se irán cayendo del calendario festivalero por no poder sobrevivir. Los patrocinadores terminarán poniendo su dinero selectivamente en aquellos que les dan mejores garantías de recuperar su inversión. 


Los demás tendrán serias dificultades para obtener patrocinios importantes. Las Instituciones públicas tendrán que ser mas cuidadosos con sus aportaciones de dinero publico a los patrocinadores. Una ciudad no pasa a ser una ciudad de segunda por carecer de su festival. Puede tener otras cosas que atraigan a los visitantes. Los forofos festivaleros serán mas exigentes a la hora de elegir a que festival asisten.


A largo plazo, parece ser que el futuro de los festivales apunta mas hacia el metaverso y la realidad virtual. Por parte de los artistas,  ya hay pioneros que están explorando las posibilidades de esta nueva forma de hacer llegar su música de manera masiva. Pero con la vista puesta mas allá del horizonte, en el futuro puede que los festivales se convoquen en el metaverso. Plataformas como Roblox, Meta o Fortnite ya están explorando el terreno e invirtiendo grandes sumas de dinero. 


Una de las primeras iniciativas se dio en Fortnite. Parece sideral la cifra de 12 millones de asistentes a un solo concierto que tuvo Travis Scott en esta la plataforma, y los 27,7 millones de asistentes en la serie de 5 conciertos celebrados en Fortnite, lo que le permitió recaudar mas de 20 millones de dólares. Para que se den una idea, durante la gira Astroworld que Scott emprendió entre 2018 y 2019 por 56 ciudades de Estados Unidos y que duró cuatro meses, recaudó aproximadamente 53,5 millones de dólares. Establezcan entonces la diferencia en lo que a la capacidad de recaudación se refiere.


Otros artistas como Polar, que es la cantante digital del momento están revolucionando las redes. Este año ha conseguido llegar a los 4 millones de asistentes en un festival virtual, y eso es oro para los posibles patrocinadores, que ya le tienen puesto el ojo a este tipo de convocatorias. A esta nueva realidad ya empiezan a sumarse una buena cantidad de artistas de renombre, como Ariana Grande o Marsmello.


David Guetta en cambio solo obtuvo la cifra de 906.000 asistentes a su concierto virtual en Meta, que no esta nada mal, si lo comparamos con la asistencia a un concierto presencial; menos aún obtuvo Young Thug que solo convocó a 125.000 asistentes el pasado 5 de Enero en su concierto virtual, cifra similar a la que puede caber en un estadio. Estas diferencias puede que tengan que ver con el hecho de que los conciertos se ofrezcan en realidad virtual 2D, o en 3D con 360º de campo de visión. 


A esta nueva realidad aún le queda camino por recorrer antes de que se convierta en un negocio real, pero todo hace prever de que si se consolida, su gran poder de convocatoria, la posible gratuidad porque los beneficios para los promotores vienen de los patrocinios y la publicidad, puede que hagan que los recursos de los inversores se dirijan hacia la música en vivo a través de la realidad virtual. 

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