De nuevo retornan los intentos de Golpe de Estado a América Latina. Esta vez le toco a Perú
Luisondome
Pedro del Castillo, destituido Presidente de Perú |
En América Latina hay gran tradición para los golpes de estado, una práctica que todos pensamos que se había quedado en el Siglo XX. Pero tuvo que venir Pedro Castillo a recordarnos que cuando no le dejan a uno hacer de su país al que gobierna, dotado de Instituciones democráticas, lo que se quiere hacer con el a espaldas de estas, simplemente se prescinde de ellas y se gobierna por Decreto Ley, y punto.
Pero en Perú, con el antecedente del autogolpe de Fujimori de 1992, se cambió la Constitución al año siguiente, estableciendo un régimen presidencialista y un Congreso unicameral de 130 miembros. Entre las potestades que tiene el Legislativo a su disposición, se cuenta la de destituir al Ejecutivo si una mayoría de congresistas considera que la presidencia ha entrado en situación de “vacancia moral”, o dicho de otro modo, una Moción de Censura. El término vacancia permite un amplio y discrecional abanico de posibilidades a utilizar para encausar a la Presidencia. Esto se aplicó en los últimos cinco años, y afectó a cinco Presidentes cinco presidentes, por lo que sólo uno llegó al fin del mandato sin ser cuestionado y sacado del cargo. La moción por la que se destituyó a Castillo, era la tercera que el Congreso había organizado en su contra, siendo que a la tercera fue la vencida. En tres tumultuosas horas, Pedro Castillo fue destituido por el Congreso, arrestado por la Policía, y sustituido en el Ejecutivo por la primera mujer que será presidenta del Perú, Dina Boluarte, una desconocida fuera de las fronteras peruanas.
En Perú el Congreso tiene mucho poder, pues no sólo tiene la facultad de controlar y juzgar políticamente al Presidente, sino que también debe aprobar su gabinete, además de al primer ministro o ministra del gobierno. Puede también interpelar a cada titular de cada cartera ministerial. A lo largo de la presidencia de Castillo, cayeron cuatro gobiernos, por renuncias de las jefaturas de gabinete, o por mociones destituyentes de censura votadas por las mayorías congresistas. De las dos mociones de censura que votó el Congreso, dos gabinetes completos se cargó sin que mediara renuncia previa de los primeros ministros. Según la Constitución, el presidente puede en estos casos disolver el Congreso, y gobernar por decreto hasta que se convoquen nuevas elecciones generales y los electores elijan nuevos gobernantes y representantes.
Esto fue lo que intentó hacer Pedro Castillo anunciando la disolución de Parlamento, y proponiendo elecciones en un plazo inferior a nueve meses, durante el cual gobernaría mediante Decretos Ley. Pidió apoyos a derecha e izquierda, a las FFAA, a las de Seguridad, y a los ronderos o fuerzas autoorganizadas del interior rural, pero fue en vano. No obtuvo ningun apoyo, pues el solito se lo había preparado sin anuncio previo, ni a la Administración pública, ni a los servicios de prensa del Estado, y sin que ni siquiera su gabinete se pudiera enterar de lo que estaba pasando.
No es de extrañar que de inmediato, tanto los medios locales, como los congresistas denunciaran el golpe de Estado que se estaba preparando en cuanto se enteraron, y vieron que estaban en peligro tanto ellos y sus cargos, como la democracia en el País. Los medios fueron duros y tajantes desde el primer minuto, y no se contuvieron en el lenguaje a la hora de explicarle a los peruanos lo que estaba sucediendo. En El Comercio or ejemplo, se preguntan como podrá gobernar la presidenta sin una bancada que se asegure una mayoría en las votaciones. En el Diario La República sin embargo nos cuenta que Dina Boluarte maniobra para quedarse en el Palacio Presidencial hasta 2026, mientras que desde RPP Noticias se afirma que Dina Boluarte no descarta un adelanto de la elecciones, y el Editorial de Peru 21 se centra en las prioridades y los retos del nuevo gobierno. Los artículos de opinión publicados en los medios peruanos, sin embargo casi todos aplauden la destitución de Pedro Castillo. Desde Nicaruagua, el Diario La Prensa destaca en su editorial que el golpe palaciego “habla muy mal de esta país latino americano, por el hecho de que haya tenido seis presidentes, de que se debata en una crisis política permanente cuyo trasfondo es la corrupción y la impunidad”, y se asombra de que en tales circunstancias se pueda mantener el marco democrático que significa la celebración de elecciones libres. Y dicen todo esto como si en Nicaragua todo fuera perfecto.
En Latina, a Pedro del Castillo se le cito como dictador y golpista, de en vez de 'presidente’, y se le tacho de corrupto y antidemocrático. Se dijo de él que 'no está mal ser ignorante, no haber estudiado, si se quiere aprender, pero al bandido Castillo le falta ese respeto que no se aprende si no se tiene por la Majestad de la presidencia nacional peruana'. El Partido Perú Libre (PL) que las últimas elecciones generales ayudó a aupar a Castillo a la presidencia, también desertó de la coalición, y los representantes del ex partido minoritario oficialista en el Congreso ya habían dado a conocer que en la tercera vacancia propuesta para Castillo, votarían a favor de la destitución. Esto fue lo que llevó a Castillo a intentar mantenerse en el poder y evitar su destitución ya anunciada por el Congreso.
Imagen: Manuel Guillén De las reacciones de la América Latina chirría sobre todo la del Presidente Mejicano Lopez Obrador, que condenó la destitución y, siendo el primero en enterarse fuera de Peru de los que estaba pasando, ofreció asilo político al destituido presidente peruano. El diario de la capital La Reforma, indica que México inició consultas con el Gobierno de Perú para intentar sacar de la cárcel al depuesto Presidente Pedro Castillo, detenido el miércoles, acusado de rebelión, y darle asilo político. Desde Excelsior nos cuentan que Maduro justifica a Pedro Castillo y disolución de Congreso; "actuó por acoso de derecha”. En Cuba, como era de esperar, desde Granma afirman que la destitución es un “acontecimiento que resume el accionar de la oposición peruana, mayoritaria en el Congreso, y que no ha dejado gobernar a quien el pueblo eligió como Presidente hace 16 meses”. Podríamos seguir hasta el último rincón lo que opina America Latina del intento de golpe de estado peruano. La inestabilidad política está muy bien asentada en el Perú, con un Congreso que acumula un gran poder, en el que existe una gran fragmentación de las fuerzas políticas, tanto a la derecha como a la izquierda. Los partidos se crean y desaparecen por arte de magia, y la corrupción campea a sus anchas en la política nacional, y está ampliamente asentada y con un historial profuso de acusaciones y condenas, como la del expresidente Alan García, último presidente de la Alianza Popular Revolucionaria Americana, perseguido por corrupción por la Justicia Peruana, o como el ya citado Alberto Fujimori, o el auto-exiliado Alejandro Toledo. Puede que la última reforma constitucional sea lo que provoque esta hiperactividad de destituciones en el Congreso. Si la moción de censura existía desde 1993 como una forma de controlar al Ejecutivo, la aceleración de la actividad destituyente es de estos últimos cinco años, y fue el 'populista' Martín Vizcarra quien estableció la norma de la no reelección absoluta para las bancadas del Congreso. Esto significaba que el enorme poder que había ganado el Congreso se vería drásticamente limitado por lo efímero de su duración, pue se gastaba al primer uso. Todo empate de fuerzas entre Ejecutivo y Legislativo dejaba en vía muerta la capitalización política de ocupar un escaño. Si no había alianza, habría destitución. Hay quienes dicen que tampoco esta vez habría contado con todos los votos la moción de censura, y que por tanto la decisión de Castillo fue una decisión inútil. Lo cierto es que el alud de votos nominales para la destitución de Castillo fue impulsado por la decisión del Ejecutivo de disolver a un Legislativo que la desestimó y se reunió de urgencia para acabar con la Presidencia Castillo. Destituido este, asumió la Presidencia Dina Boluarte, su Vicepresidenta, juró su nuevo cargo anunciando un gobierno de 'todas las sangres’, algo para lo que tendrá que dedicar mucho esfuerzo y sabiduría, pues le falta poder, carece de capacidad de liderazgo, y no tiene apoyos. El destino del nuevo Ejecutivo tiene un incierto futuro En las últimas elecciones peruanas, ninguna candidatura superó en mucho el 10% de los votos en primera vuelta, y los partidos mas votados fueron el de Castillo y el de la derechista Keiko Fujimori. Ganó Castillo por un estrecho margen en la tercera elección presidencial en que ella era derrotada. Keiko jamás reconoció el triunfo de un campesino provinciano carente de educación y modales, sin fortuna, sin conocimientos administrativos, izquierdista, comunista. Keiko Fujimori, muy al estilo trumpista, siempre conservó el reclamo y la incriminación más o menos velada de fraude electoral. Pero Keiko no se convirtió en la líder de la oposición militante, sino que se alejó de la primera linea política. Tal vez porque intuyó lo que le esperaba si continuaba aspirando a la presidencia del país. La crisis peruana es política, como la de Venezuela, no social como la chilena, ni económica como es la de Argentina de. En un país en el que la economía capitalista crece en el Perú como en ningún otro país de Latinoamérica y el riesgo país es el más bajo de la región, a pesar de todas las mociones de censura encadenadas, los bancos prefieren prestar dinero a Perú antes que a Chile, y se lo van a cobrar más barato, lo que indica que el país funciona y prospera aún a pesar del mal funcionamiento de las Instituciones de Gobierno. La erosión del poder Ejecutivo ha sido operada por el Legislativo y tolerada o admitida por el Poder Judicial y otras Instituciones del Estado. Castillo intentó, tal y como el dijo, apoyarse en los 'ronderos’, lo que nos da una idea de hasta a qué punto carece hoy un presidente peruano de otras bases de apoyo mas sólidas e indispensables como pueden ser los sindicatos de trabajadores y los movimientos sociales. Latinoamérica está en estado de efervescencia. Los últimos cambios en Perú, la reciente condena de Cristina Fernández de Kirchner que arrincona al periodismo en Argentina, la caída de Bolsonaro en Brasil y la resurrección de Lula da Silva, la alternancia política alcanzada en Colombia con el acceso de Gustavo Petro por primera del de un candidato de izquierdas a la Presidencia del país, el acceso de Gabrie Boric al poder en Chile, y la nueva estabilidad de Bolivia, una vez desaparecido Evo Morales, y bajo la Presidencia de Luis Arce Catacora. Soplan vientos de cambio en la América Latina, pero la situación de la zona no es estable, y es esta estabilidad es la que le hace falta para que la región prospere al unísono. |
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